Hugo Martoccia | Mesa Chica
La Opinión de Quintana Roo
La elección del pasado 1 de julio ya dejó muy claro el escenario político de los próximos meses en Quintana Roo. MORENA emerge como una fuerza devastadora, mientras que los demás partidos parecen aún ocupados en contar los cadáveres políticos que dejó la jornada electoral. Ese es, sin merodeos, el cuadro de situación.
El horizonte electoral inminente es la elección local de diputados de 2019. Una parte importante de la gobernabilidad del sexenio se jugará allí. El PRI, que es el partido más golpeado este 1 de julio, empieza a buscar trincheras para enfrentar lo que supone será una nueva embestida de MORENA.
En el Frente las cosas se toman con mas calma, y creen que hay que esperar un tiempo hasta que se asiente el ruido post electoral. Quizá sucede que en el tricolor entienden mejor a López Obrador que en el PAN, y saben que el camino del tabasqueño no se detuvo el pasado domingo, sino que apenas empieza una nueva parte de su recorrido.
LOS NUEVOS GESTOS
Lo cierto es que el avance de MORENA y sus aliados se nota en todos los frentes, y amenaza con dinamitar los acuerdos, tácitos y explícitos, de la política local.
Hay hechos que llaman la atención. La vieja tradición quintanarroense dice que cuando un opositor gana una elección municipal, siempre hay un gesto de respeto hacia el mandatario estatal, para dejar en claro que no ha nacido un enemigo político.
Esas señales, muchas veces, fueron sobreactuadas, casi inverosímiles. Esta vez no hubo nada de eso. Apenas alguna referencia de los ganadores hacia su relación con el Gobierno Estatal. Nada más.
Para la gente del partido de AMLO esa es una señal del cambio histórico del país. Alguien que está muy cerca de Mara Lezama, la alcaldesa electa de Cancún, lo explica con palabras simples. “El gobernador no va a tener lugares en el gabinete de Mara; si creyeron que había algún tipo de alianza, estaban equivocados. Somos adversarios”.
Ese es el ánimo en MORENA. Marybel Villegas, que arrasó en la elección al Senado, hizo una campaña de franco enfrentamiento con el gobernador. Pero esa campaña, dicen sus seguidores, apenas comienza. Tiene como objetivo inmediato 2019, para controlar el Congreso, y al final la sucesión de 2022.
En el PRI quieren empezar a hablar de un acuerdo para enfrentar el avance de MORENA, y dicen que el Frente no está viendo ese escenario inminente. Y algo de cierto hay. Todo un sector del Frente y el Gobierno prefiere analizar la derrota electoral sólo como la obra del efecto AMLO. Y sostienen que hay tiempo para los análisis y las decisiones.
Hay poca autocrítica, mucha auto complacencia, y una peligrosa morosidad en esa postura.
Al Frente no le conviene esperar tanto para tomar decisiones. Lo mismo decían de Cancún un año atrás, y llegaron a la pasada elección sin candidato.
LA ALIANZA DE FACTO
En el PRI no tienen demasiadas dudas de cómo son las cosas y cuál es el camino a seguir. “Todos los municipios donde el gobernador ganó o fue competitivo lo hizo con gente nuestra y con nuestro apoyo”, asegura un dirigente que conoce la densa estructura tricolor.
En Cozumel, por supuesto, la mayoría de los liderazgos de uno y otro lado fue tras la candidatura de Pedro Joaquín Delbouis.
En José Maria Morelos, fue más que un secreto a voces que el actual alcalde, el priísta José Baladez Chi y su gente, apoyaron a la candidata del Frente PAN-PRD-MC, Sofía Alcocer.
Según el PRI, ahí se puede encontrar la razón de los 2000 votos de diferencia que le dieron la victoria al Frente.
En el caso de Felipe Carrillo Puerto, la batalla entre la alcaldesa priista Paoly Perera y el candidato del Frente, José Esquivel, se hizo cerrada, voto a voto, por el apoyo que a este último le brindaron dos referentes del PRI local: Valfre Cetz Cen y Gabriel “Pato” Carballo.
Lo que en el tricolor quieren decir, entonces, es que la competitividad del Frente en la zona maya se la dio la alianza tácita con el PRI.
El caso de Solidaridad también lo ponen sobre la mesa. “La antigua nómina de líderes del PRI la agarró Cristina”, explica un antiguo operador tricolor. Son dos mil líderes, a las cuales se les paga 750 pesos semanales por activismo político. Esa es, asegura, su base electoral.
Con esos datos, los tricolores creen que es la hora de acercarse y buscar acuerdos para hacerle frente a MORENA, que apenas ha comenzado su avance territorial en Quintana Roo.
La postura del tricolor incluye una lectura de la realidad que debe tomarse en cuenta. El esquema de la confrontación del Gobierno con el PRI ha dejado de rendir frutos, aseguran. Al menos electorales.
La debacle de ambas coaliciones en el estado el pasado 1 de julio parece darles la razón. La dinámica de la batalla contra el pasado reciente, que fue muy importante al inicio del Gobierno, podría ahora encerrar al gobernador en una guerra sin ganadores.
En el Frente minimizan todos esos datos. Dicen que el PRI deberá cobijarse donde pueda, pero que no habrá acuerdos abiertos entre ellos.
LA RELACIÓN CON MORENA
Hasta ahora, el gobernador Carlos Joaquín ha mostrado señales de acercamiento muy claras con el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. La conformación de la Asamblea de Gobernadores panistas (GOAN) que abrió el diálogo con el futuro presidente días antes de la elección, fue las más clara de todas.
En los días siguientes, ese grupo pidió el cambio de dirigencia nacional del PAN y volvió a enviarle un mensaje amistoso a López Obrador. El propio Carlos Joaquín se mostró a favor de la instalación de la Secretaria de Turismo federal, Sectur, en Chetumal, y dijo que apoyará ese proyecto de AMLO.
Pero lo que sucede es que más allá de las frases complacientes de uno y otro lado, nadie tiene muchas esperanzas de que la relación entre los estados y el Ejecutivo federal sea un camino fácil.
Si López Obrador no tira por la borda todo el discurso político que ha sostenido en su carrera, tarde o temprano se enfrentará a los gobernadores. Desde las formas de administrar, pasando por las férreas auditorías que ha prometido, hasta sus inquebrantables voluntad y ambición de poder, todo hará que su administración se convierta en un problema o una pesadilla para los gobernadores.
Carlos Joaquín y el Frente deberían empezar a mirar cuál es el comportamiento en los 19 estados donde MORENA es mayoría legislativa, porque ese puede ser el destino de Quintana Roo.
El PRI espera, agazapado, una invitación a dar la batalla juntos. El Frente, aún noqueado por los votos, no empieza a reorganizar su proyecto y su futuro.
Mientras tanto MORENA va creando, en el imaginario colectivo, la idea de que es como una fuerza inevitable del destino, que también alcanzará a Quintana Roo.