Anwar Moguel
Campo Minado
La incompetencia y deshonesta parcialidad del magistrado que maneja a placer el Tribunal Electoral de Quintana Roo (Teqroo), Sergio Avilés Demeneghi, quedó al desnudo ante los ojos de la ciudadanía tras el duro revés que recibió la polémica resolución de sacar de la lista de castigados electorales al chetumaleño Luis Gamero Barranco, en una decisión dividida donde la única voz discordante -que a la postre fue la que tuvo razón- fue la de la magistrada Claudia Carrillo Gasca.
Cómo se recordará, recientemente con un proyecto elaborado por la magistrada “suplente”, Maogani Acopa, colocada en esa posición por simple y llano dedazo del presidente del Tribunal, que la acompañó en la cuestionable decisión, determinaron una aberración jurídica para acortar el tiempo de sanción para Luis Gamero Barranco, inscrito en la lista de violentadores políticos en razón de género y por ello, inelegible para ser candidato por un periodo de poco más de 5 años.
Reinterpretando la norma al estilo de la sátira política de “La ley de Herodes”, la dupla de magistrados perdonó el agravio y devolvieron, magnánimos, la posibilidad de ser candidato al moreno chetumaleño, que injustamente se ilusionó con este hecho tan anhelado.
Pero como era de esperarse, la alcaldesa Yensunni Martínez Hernández, quien fue la víctima y quien denunció en primera instancia la violencia política en su contra, recurrió esta decisión ante la sala regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de Xalapa, por considerarla un retroceso en la lucha de las mujeres y por un tema de legalidad. Adicionalmente, el PRI también hizo lo propio, impugnando la decisión de Sergio Avilés y su compinche, Maogani Acopa.
Este jueves Xalapa barrió el piso con la resolución del Tribunal estatal evidenciando que hubo mano negra en el manejo, una intención indebida de favorecer a un político que ya había sido juzgado y sancionado por este hecho. El magistrado presidente, que en los hechos es quien toma las decisiones al contar con el apoyo incondicional de su aliada, quedó como un incompetente, un árbitro parcial, con un conflicto de intereses políticos a flor de piel. Corrupción, le dicen en mi pueblo al hecho de torcer la ley para acomodarla para tus cuates.
Sergio Avilés es insostenible en este importante cargo de cara al proceso electoral 2024. Mostró el cobre y, por decencia, debería renunciar.
Pero como la decencia es algo tan escaso en estos tiempos, el Senado, que lo nombró, haría bien en tomar nota de las serias irregularidades que se dan en el Teqroo para destituirlo y de paso a la magistrada que impuso, que visto está, sirve a sus intereses.
Mara Lezama va a fondo con nueva estrategia para recuperar la paz
En Cancún, la gobernadora Mara Lezama lanzó la Estrategia Integral para la Construcción de la Paz de Quintana Roo, que como nunca, va dirigida a atender a los generadores primarios de la violencia enraizados en nuestra sociedad.
La desigualdad, la falta de oportunidades, la pobreza, los obstáculos para la educación, la falta de espacios públicos recreativos, deportivos y culturales, la desintegración y degradación de las familias, la pérdida de valores, entre otros puntos que pocas veces se consideran en la visión cortoplacista del combate a la inseguridad de los políticos tradicionales, pero que son el caldo de cultivo perfecto que nutre a la delincuencia rampante que hoy nos asola.
Mara está consciente que esta estrategia es tan necesaria como poco vistosa políticamente hablando, porque los resultados no se verán en lo inmediato. De hecho, es probable que, de ser exitosa, los resultados de esta estrategia que hoy se siembra lo disfruten -y presuman, seguramente- quienes la sucedan en el cargo.
Pero es, sin duda, la visión correcta. No se puede frenar el grave problema de inseguridad y delincuencia que enfrentamos hoy, sin restablecer el tejido social. No es cliché, es una realidad absoluta.
No es un trabajo fácil, pero si es uno ineludible; así lo entiende la gobernadora quintanarroense que puso manos a la obra esperando que su legado a futuras generaciones de quintanarroenses sea un estado más seguro, más pacífico y por ende más próspero para todos.
