Tiro Libre | Anwar Moguel
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La impresionante fuerza de gravedad política del partido lopezobradorista en Quintana Roo quedó de manifiesto en la intensa jornada de inscripción a las candidaturas a diputados locales del pasado martes, cuando una horda multicolor de casi 300 suspirantes -muchos de ellos verdaderos impresentables- se aglutinó en la pequeña oficina partidista para formalizar su registro, en una escena sin precedentes en la grilla del patio.+
Ni siquiera el PRI en el pico de su poder mostró esa fuerza de atracción, aunque claro está, las circunstancias eran muy diferentes, ya que el Tricolor mantenía rígidos filtros para permitir la inscripción de candidatos cerrando el paso a los “rebeldes” para favorecer a los designados por el dedo del gobernador en turno.
Pero en Morena, esgrimiendo el cuestionable argumento de la “inclusión y pluraridad”, han abierto la puerta a más extraños que propios para la contienda interna con la consecuencia lógica de que un alto porcentaje de estos aspirantes -más del 60 por ciento, dicen- son externos, es decir, ni siquiera militan en el partido.
Por supuesto, no todos son malos e incluso varios de esos aspirantes externos cuentan con trayectoria y capital político suficiente para ser potenciales triunfadores en las urnas, aunque la mayoría de los “foráneos” son simples oportunistas que arrastran un pasado turbio en el ejercicio grilleril.
El problema es que, como se ven las cosas, los candidatos saldrán principalmente de esos suspirantes externos que lo mismo vienen del PRI, PAN y PRD que de las mismas filas del “joaquinismo”, por lo que el roster final de candidatos guindas será una especie de monstruo de Frankenstein político, carente de identidad y de ideología. Un ente fuerte, sí, pero sin alma.
Porque no cabe la menor duda de que, a pesar de sus gobiernos desastrosos en los Ayuntamientos de Othón P. Blanco (Chetumal) y Solidaridad (Playa del Carmen); a pesar del desencanto que generó en buena parte de sus simpatizantes el registro de políticos más quemados que Juan Carnaval; a pesar de las amenazas de fracturas internas por militantes de base descontentos con la forma en que el partido se sigue prostituyendo, Morena es amplio favorito gracias al resplandor de Andrés Manuel López Obrador, que con su popularidad histórica del 85 por ciento tiene encandilado al electorado impidiéndole ver los males que brotan en el partido a nivel estatal.
Hipotecando su alma, Morena arrasará en el 2019… pero la historia puede ser muy diferente a partir del 2021, cuando la ilusión dé paso al desencanto.