Tiro Libre
Anwar Moguel
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El antes tranquilo “Pueblo Mágico” de Bacalar está en efervescencia por la ola de robos y asaltos impunes que ocurren casi a diario, afectando la imagen turística de la cabecera municipal que empieza a dar sus primeros destellos como destino nacional, por lo que sus habitantes han empezado a tomar acciones para protegerse, reclamando seguridad, o amenazando con tomarla por mano propia.
El asunto de la inseguridad en Bacalar se ha sufrido por años, pero nunca había llegado a los niveles actuales, o quizá era menos notorio ya que la ciudad no recibía tanto turismo y los delincuentes se dedicaban principalmente al robo de casa habitación.
Pero ahora, como sucede en los principales destinos turísticos de Quintana Roo -toda proporción guardada-, los hoteleros y restauranteros, junto con la sociedad civil están frustrados por la facilidad con la que los delincuentes, muchos de ellos plenamente identificados, evaden la justicia.
El año pasado la agrupación de empresarios presionó al presidente municipal, Alexander Zetina Aguiluz, y a las corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno a atender sus quejas y demandas, ya que la situación les preocupa seriamente, pues saben que se juegan no solo sus negocios sino la imagen del Pueblo Mágico.
Allí, en esa mesa de diálogo que se realizó en octubre de 2016, las Policías Estatal y Federal se comprometieron a aumentar su presencia enviando elementos de Seguridad Pública y de la Gendarmería, mientras que el alcalde Alexander Zetina quiso evadir su responsabilidad culpando del problema a la escasez de agentes municipales por culpa de los exámenes de confianza, aunque accedió a implementar “filtros” en las entradas del poblado para intentar inhibir la comisión de delitos.
Pero como las palabras se las lleva el viento, a 10 meses de esa reunión ninguno de los compromisos se ha cumplido y las cosas están peor que antes.
Por la indefensión en la que se encuentran los empresarios lanzaron la advertencia de que estarían contemplando armar a sus empleados para defender sus negocios y clientes de los delincuentes, así sea al margen de la ley, pues consideran que el sistema de justicia apapacha a los maleantes y la Policía es incapaz de garantizarles seguridad.
La razón acompaña sus consideraciones, ya que aunque han identificado y denunciado a los delincuentes que asolan el turístico poblado estos andan libres como peces de la laguna, y cuando son detenidos no pasan más de 24 horas en la cárcel porque la Fiscalía les brinda todas las facilidades para salirse con la suya.
Esto ha provocado ha convertido al pueblo en una olla de presión que está a punto de estallar, pues esta semana el reportero Juan Juárez Mauss dio a conocer que un furioso grupo de bacalarenses se plantó con machetes en mano ante la cárcel municipal donde estaban recluidos tres malvivientes que se dedican al robo de hogares y que son clientes frecuentes de la policía, advirtiendo que si los dejaban libres una vez más serían linchados.
Los habitantes del Pueblo Mágico responsabilizan al alcalde Alexander Zetina, que con miopía convenenciera minimiza el riesgo de un estallido social y no mueve un dedo para mejorar la situación de inseguridad que priva en el décimo municipio.
Su argumento permanece incolume: no hay policías y háganle como puedan, cuando es su total responsabilidad gestionar recursos y elementos estatales y federales para resguardar el orden en todo el municipio, pero principalmente en la cabecera que es uno de los principales atractivos del sur.
No hay que esperar que la sangre llegue a la laguna, ni que se repita un cruel linchamiento como el que ocurrió hace dos años en la población sureña de Carlos A. Madrazo.
El rebote
El polémico nombramiento de Eduardo Ortiz Jasso ha complicado el parto de la Agencia de Proyectos del gobierno estatal, dependencia clave para el plan de gobierno de Carlos Joaquín. ¿Habrá un aborto en puerta?
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