TIRO LIBRE | Anwar Moguel
Dos dagas económicas hirieron a nuestro país en los últimos días como consecuencia de la pandemia del Covid-19; primero, la semana pasada la influyente calificadora Standard & Poor´s bajó la calificación crediticia de México de BBB+ a BBB, dejando a nuestra nación a tan solo un peldaño de perder el grado de inversión. El segundo embate vino apenas ayer, cuando la otra calificadora de importancia mundial, HR Ratings, hizo lo propio al reducir la calificación de la deuda soberana de HR A- a HR BBB+, manteniendo la perspectiva negativa para el 2020.
Ambas calificadoras coinciden en que la crisis sanitaria por el Covid-19 tendrá un profundo impacto en las finanzas públicas tanto a corto como a mediano plazo, lo que sumado a los bajísimos precios del petróleo y las políticas económicas implementadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que han hecho decrecer la confianza de los inversionistas, colocan a México en una situación particularmente endeble.
Los pronósticos van de lo malo a lo apocalíptico, aunque las consecuencias reales de la recesión -se estima en los cálculos más conservadores que la economía nacional se reducirá del 2.3 al 2.6 por ciento- se empezarán a notar en el segundo semestre de este año.
Dentro de todo este panorama, no hay que perder de vista que cada entidad tiene sus particularidades, y aunque nuestro Quintana Roo no estará exento del impacto, que ya se está viviendo con la parálisis de la poderosa industria turística producto de esta contingencia, es quizá uno de los estados con mayor capacidad de reactivar, en el corto plazo, su economía interna.
Los indicadores que permiten tener un atisbo de optimismo están allí: Quintana Roo es un estado que crece cada año al ritmo de países industrializados, con más del 4 por ciento anual mientras que el país se mantuvo estancado.
Por otro lado, la estricta disciplina financiera impuesta desde la Secretaría de Finanzas y Planeación que comanda Yohanet Torres Muñoz, ha logrado poner al estado en los primeros lugares de recaudación propia, transparencia fiscal y ejercicio eficiente del gasto.
El golpe es inminente, pero ayer mismo la Sefiplan informó la concreción de la reestructura de la deuda pública estatal,que permitirá tener una solvencia de 960 millones de pesos al Gobierno del Estado en el tiempo que resta a la administración de Carlos Joaquín González.
El gobernador Carlos Joaquín, quien a pesar de la contingencia mantiene su postura de no solicitar nuevos créditos para Quintana Roo, tendrá con esta reestructura mayor capacidad de maniobra para afrontar los meses críticos en espera de la reactivación económica pos-coronavirus.