Opinión

Borge, el “perseguido”

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Tiro Libre

Anwar Moguel

“Quiero declararme perseguido y preso político del gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, quien en abuso de su poder como titular del Poder Ejecutivo ha emprendido, desde el inicio de su gestión, una persecución en mi contra y en contra de mi familia, en particular en agravio de mi persona y de mi señora madre”, manifestó el ex gobernador quintanarroense durante su reciente audiencia con un juez estatal por una de tantas acusaciones que pesan sobre su cabeza.

Esta dura declaración se escuchó en viva voz del acusado en un audio difundido en medios nacionales y redes sociales, en un tono soberbio, desafiante, que hace recordar al Roberto Borge de cuando estaba en el poder, ese que se ganó el desprecio de tanta gente.

No es la primera vez que el polémico ex gobernador se victimiza sacando la carta de “perseguido político”, pues ante el cambio del gobierno federal su defensa consideró que esta estrategia era la ideal para sus fines. De hecho, en febrero de este año, cuando Andrés Manuel López Obrador llevaba apenas dos meses en la presidencia, Borge soltó la lengua por primera vez en otra audiencia, en esa ocasión ante la justicia federal, proclamando su inocencia y vendiéndose como un preso político de la administración anterior, es decir, de la de Enrique Peña Nieto.

Ahora, ante un juez estatal recurre a la misma maniobra, pero con un toque adicional al incluir a su madre en el intento de victimización.

Pero el papel de perseguido político no le acomoda a quien siempre fue un perseguidor, un acosador de sus críticos, que utilizó la calumnia, la infamia y la intimidación sin freno en el ejercicio del poder.

A Borge se le olvida que fueron los quintanarroenses quienes lo juzgaron, castigándolo primero en las urnas, y exigiendo después al gobierno de Carlos Joaquín González que lo llevara a él y a su camarilla ante la justicia, exigencia que para la mayoría no ha sido del todo satisfecha.

No, Roberto Borge está lejos de ser un “perseguido político”, y como cualquier ciudadano, tiene que rendir cuentas de sus actos ante la justicia.

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