Otros Ángulos | Raúl Cremoux
El Financiero
En efecto, tal y como antier lo dijo, AMLO le cumplió a la CNTE y el SNTE los votos que le dieron y la promoción que de su candidatura hicieron en la pasada campaña presidencial. “La mal llamada reforma educativa” será enterrada para dar lugar a una especie de Frankenstein.
Comencemos por lo que se anunció al final en la conferencia mañanera de antier: cero rechazados. Es decir, todo el que quiera podrá entrar a las universidades. No importa si su preparación es la de un analfabeta, tal y como ocurre con la Universidad de la CDMX, de la que han salido un centenar de anacoretas con diversos títulos que no les sirven para encontrar empleo. Eso mismo se encamina hacia la UNAM a la que se le piensa convertir en UAM, es decir, sin autonomía. El plan propuesto es crear cien universidades que dependan de la SEP y cuyas carreras, según dice Esteban Moctezuma, “no son especialmente glamorosas…”. ¿De dónde saldrán los profesores para esos planteles y el presupuesto para edificarlas? Adviértase o debería hacerse que son numerosas las universidades que apenas sobreviven y que están a un paso de la bancarrota. ¿No sería aconsejable rescatar y fortalecer las ya existentes?
Hacía abajo, se le ha dado acta de defunción al Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), para sustituirlo por una instancia de revalorización que tendrá la facultad de certificar a todos los actores del sistema, además de emitir lineamientos para la formación magisterial y establecer parámetros en el ámbito educativo. En otras palabras, el INEE será sustituido por un consejo de siete miembros designados por la autoridad educativa federal. Por supuesto, íntegramente dependerá de la SEP y ¡al diablo con la autonomía!
El INEE no fue una creación de la pasada administración, nació en el 2002 y paso a paso se ha convertido en un organismo orientador y regulador de muy diversas tareas en materia educativa, con un énfasis particular en evaluar a profesores y políticas educativas a la manera que hacen institutos semejantes en los países nórdicos o en Corea del Sur, caracterizados por ser los más avanzados en la materia. Obviamente en esos y otros países no dependen de los ministerios educativos para poder realizar sus trabajos con plena libertad. Lo que ahora se pretende es sujetar al nuevo organismo a los dictados de la burocracia y… del sindicato que regresa con bríos renovados.
De entrada, los casi mil maestros que fueron cesados por no presentarse a dar clases o que no admitieron ser evaluados, serán reintegrados sin mayor trámite, no importa que hayan provocado el incendio de camiones, destrozado puertas o rapado a maestras que si se presentaron a dar sus clases cuando ellos lo impedían. En suma, regresarán los viejos tiempos en los que otra vez, seguramente, las plazas se heredarán, rentarán o venderán. ¿O quién se los impedirá?
La noticia conlleva el que se plantea eliminar los exámenes para ser maestro o bien obtener una promoción para ser supervisor o director en educación básica y media superior. Se pretende la derogación de la fracción 3ª del Artículo Tercero constitucional, que establece que el ingreso al servicio docente y la promoción se llevarán a cabo mediante concursos de oposición que garanticen los conocimientos y capacidades para ocupar las plazas. Ahora eso desaparecerá, porque se considera punitivo ese principio al igual que los resultados de las evaluaciones.
Preguntémonos, ¿de qué sirven las evaluaciones, los exámenes si no hay consecuencias de esas experiencias?
Ser profesor en Europa, en Asia o en Estados Unidos requiere que los aspirantes se preparen profundamente, pues saben que los filtros para merecer una plaza no son nada fáciles, ya que sus tareas inciden en la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje y ello en el destino del país.
Reviso las declaraciones del secretario Moctezuma y de AMLO, pensé que eran ironías pero fueron dichas con seriedad. El primero dijo que la extinta reforma educativa causó estrés a los maestros, y el Presidente prometió que a los maestros no se les volvería a faltar el respeto.
Me quedé perplejo.
¡Al diablo la autonomía, viva la potestad gubernamental!