Opinión

El tren Maya: infraestructura mal aprovechada

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El Rubicón | Luis Guyón
SIPSE

Cuando recorremos el Bajío, desde Querétaro a Irapuato, de Guanajuato a San Miguel o Celaya, el ojo acostumbrado a la virginidad de nuestros paisajes se va abriendo en asombro. Ante nuestra vista se abren cientos de plantas industriales, parques de maquinaria, sembradíos de alta tecnología y desarrollos habitacionales de clase media. También o más sucede en Jalisco y ni hablar de Nuevo León. La desigualdad innata de nuestra sociedad está presente, pero por todas partes se siente la energía pujante de una naciente clase media pidiendo a gritos servicios y bienes que a su vez aceleran el motor de la generación de riqueza. Las autopistas y los servicios ferroviarios de transporte de carga serpentean junto con las ofertas de servicios industriales y de transformación. A la vez las estadísticas de ingresos per cápita por estado nos deja bastante debajo a los que dependemos del turismo junto a los industrializados.

Ha quedado demostrado a lo largo de la historia que la generación de riqueza y bienestar más duradero es producto de una sólida industria de transformación nacional. La opulencia de las economías europeas no es producto de su turismo, sino de su maquinaria productiva, la cual se nutre a sí misma en un círculo virtuoso de desarrollo. El ímpetu de sus gobiernos se vuelca en agilizar las fuerzas productivas y facilitar el intercambio y la generación de bienes. China se volvió el gigante que hoy en día es no por los turistas, sino por su industria y capacidad de transformación. La conservación del acervo nacional y el impulso al turismo que lo aprecie es esencial para un país, pero me resulta demasiado infantil pretender que nuestra región va a aumentar ostensiblemente su ingreso mediante un tren eminentemente paisajístico.

Nuestra región carece de una muy deficiente infraestructura de desarrollo industrial que extendería el enramado de prosperidad de manera (valga la expresión), mucho más virulenta. El desarrollo turístico, al ser eminentemente de servicios, concentra la derrama en zonas de cercanías. Todo sin mencionar el hecho de la pobre oferta de servicios de alto nivel que atraerían al turista que busca gastar a las zonas que se pretenden detonar.

Haría mucho mejor invertir esos recursos en la modernización de los puertos regionales, de un tren de carga entre Tulum-Cancún-Mérida y la coordinación gubernamental para atraer inversiones industriales que sí aumentarían de manera más dispersa el bienestar económico. Tenemos el suelo, la orografía y la ubicación perfecta para convertir toda la zona maya en la meca de la industria centroamericana con enramados en Guatemala y Belice sin descuidar nuestra cultura. Primero hay que llenar los bolsillos y los estómagos, luego vendrá lo demás.

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