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El Ejecutivo no será más el poder de los poderes: López Obrador

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CDMX, 09 de agosto
Alonso Urrutia y Georgina Saldierna | La Jornada

En su primer discurso en calidad de presidente electo, Andrés Manuel López Obrador ofreció que bajo su gestión “el Ejecutivo no será más el poder de los poderes ni buscará someter a otros poderes. Cada quien (en referencia al Congreso y al Poder Judicial) actuará en el ámbito de su competencia y la suma de los trabajos respetuosos e independientes fortalecerá a la República. El estado democrático de derecho transitará del ideal a la realidad”.

Ante los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que le entregaron la constancia de presidente electo, representantes del Congreso, del Poder Judicial, la mayoría de los dirigentes partidistas y de su próximo gabinete, López Obrador aseguró que “en el nuevo gobierno, el Presidente de la República no tendrá palomas mensajeras ni halcones amenazantes, ninguna persona encargada de impartir la justicia será objeto de presiones ni de peticiones ilegítimas”.

Momentos antes, la magistrada presidenta del TEPJF, Janine Otálora, reivindicó el carácter democrático y legítimo del proceso electoral; subrayó que “no hay democracia sin estado de derecho, porque el derecho es la condición de la democracia”.

En este contexto, destacó que esto exige el reconocimiento y protección de los derechos humanos “y el establecimiento de límites al ejercicio del poder, lo que se manifiesta en la división de poderes”.

Otálora enfatizó en el papel de los jueces para fungir “como contrapesos a las decisiones tomadas por las mayorías, para asegurarnos que éstas no impliquen afectación indebida o excesiva a los derechos de las minorías o a los principios fundamentales de la democracia”.

En la sede del TEPJF, López Obrador reivindicó el proceso electoral del que resultó electo, como una expresión de hartazgo de la sociedad y demostración de la conciencia cívica contra los excesos en la función pública: “La mayoría de los ciudadanos mexicanos están hartos de la prepotencia, del influyentismo, de la deshonestidad, de la ineficiencia, y desean con toda el alma poner fin a la corrupción y a la impunidad”.

Describió diversas vertientes de la inconformidad social que derivaron en el momento histórico que ahora vive el país. Habló de la determinación de millones de compatriotas que desean una nación “sin la monstruosa desigualdad económica y social que padecemos. Lo mismo clases medias que buena parte de los sectores acaudalados optaron por la instrumentación de políticas públicas que mejoren las condiciones de vida del prójimo, para privilegiar las preferencias por los olvidados y los más pobres de México”.

La enumeración de los agravios sociales que se hicieron patentes en la elección fue el mandato por evitar la violencia, “atendiendo para ello las causas que la originan y reformular la política de seguridad, hoy centrada casi exclusivamente en el uso de la fuerza, a fin de construir la reconciliación nacional en el bienestar y la justicia”.

Larga lista de lecciones emer-gidas de la elección, entre las cuales mencionó las dirigidas directamente a la clase política, “es decir, a nosotros mismos”. La sociedad mexicana optó por que “se ponga fin a las imposiciones y a los fraudes electorales, quieren castigo por igual para políticos corruptos y para delincuentes comunes o de cuello blanco”.

Y agregó: “En la elección del primero de julio quedó demostrado que, así como el autoritarismo y la abyección envilecen y desprestigian a las instituciones, la voluntad democrática de la ciudadanía puede renovarlas y fortalecerlas”.

Pidió no desperdiciar este escenario, porque se han generado condiciones políticas “inmejorables para llevar a cabo la cuarta transformación de la vida pública. El pueblo ha conquistado con energía y dignidad su derecho indiscutible e indiscutido de regir sus propios destinos y de ser gobierno. Contamos con amplias bases de legitimidad para hacer realidad el deseo colectivo de vivir en paz con justicia y libertad”.

Se definió como un hombre perseverante y de principios, alguien a quien nadie le quitará su autenticidad ni lo desviará del camino en “búsqueda del humanismo y la fraternidad”.

En su intervención, Otálora aseveró que la democracia no se reduce sólo a elegir gobernantes, pues el fin último no es tener una democracia como mera estructura jurídica y régimen político, sino, como bien lo dice nuestra norma fundamental: como un sistema de vida.

Para la presidenta del TEPJF, el propósito del sistema democrático también implica alcanzar la paz social y diseñar condiciones justas para ejecutar políticas públicas que garanticen una vida digna a la sociedad y le confieran, así, legitimidad y credibilidad a las instituciones públicas.

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