Mesa Chica | Hugo Martoccia
La Opinión de Quintana Roo
“El jefe está preocupado”. La frase pertenece a un hombre del joaquinismo, que formó parte de una lista en las elecciones del 1 de julio. Se refiere, por supuesto, a Carlos Joaquín. La preocupación tiene que ver, dice, con lo que sucedió en la pasada elección, y lo que pudiera suceder en la de 2019. Ese año entre una y otra elección, marcará el sexenio del gobernador.
Los hechos de las últimas horas dicen que esa preocupación existe. Este sábado, el gobernador se reunió con el PRD; el próximo 17 de agosto hará lo mismo con el PAN. Está reagrupando al Frente para competir en 2019.
Su relación con el PRD estuvo al borde del rompimiento total antes del 1 de julio. Pero la elección parece que obligó a todas las partes a recapacitar.
La mayoría de los perredistas se fue conforme de la reunión del sábado. “Es un primer acercamiento; un llamado a la recomposición de la relación”, contó uno de los asistentes. Será un camino arduo, pero no imposible. Se discutirá, nada más y nada menos, que la sobrevivencia política de un proyecto.
Las expectativas del PAN son otras. Le pedirán al gobernador que se afilie al partido. Creen que es hora de que Carlos Joaquín tome una posición política definitiva, y que empieza a jugar hacia adentro del blanquiazul.
Ambos partidos quieren saber, además, y de una vez por todas, que papel jugará Confianza por Quintana Roo en la alianza. Ese partido político local, ligado al joaquinismo, se ha convertido en un interrogante, y, más allá aún, en un problema.
En el PAN no entienden qué se busca con su creación. El joaquinismo, aseguran, no quiere mudarse hacia allí, se sienten más cómodos en el PAN. Y la identidad política que tendrá será bastante parecida a lo que ya existe.
Hay quienes piensan que Confianza era posible si el PRD desaparecía, lo cual era una opción real. Pero como ese hecho no sucedió, todo debe repensarse.
“No podemos poner otro partido en una elección, y que vaya a pelear el mismo mercado de votos que el nuestro”, reflexionó un panista esta semana. El problema, para todos, se llama MORENA. Esos son los votos que hay que buscar el año que viene.
EL FUTURO YA LLEGÓ
Un alto dirigente panista lo dijo claro esta semana. “No hay mucho que analizar de la elección; ahí están los números. Ahora hay que pensar en lo que viene”.
El 2019 ya está aquí. Para MORENA es un objetivo primordial. Julio de 2019 podría encontrar a Andrés Manuel López Obrador en la cúspide de la ola de la popularidad, con todo lo que eso significaría para Quintana Roo, uno de sus bastiones.
La única esperanza del Frente de hacer una elección decente es que los alcaldes de MORENA, Mara Lezama, Laura Beristain y Hernán Pastrana, empiecen a sentir el desgaste de la gestión. Pero saben que no es fácil.
La llegada de Sectur a Chetumal, el Tren Maya, las ayudas sociales a estudiantes, madres solteras, ancianos, un reforzamiento importante de la seguridad; todo eso va a estar vigente en el momento de la elección, en plena luna de miel entre AMLO y los ciudadanos.
Sólo el crecimiento de la inseguridad podría carcomer a esos gobiernos municipales. Pero ese tema también impactaría, de manera muy importante, al propio gobierno estatal.
Ese es el escenario electoral. En el Frente hacen sus cuentas. Gobernarán tres municipios, mantuvieron la fortaleza en Playa del Carmen, y seguramente serán competitivos en algunos distritos de Cancún y en Cozumel, piensan.
Si el PRI se impone en los distritos donde gobierna, una alianza política post electoral hasta podría acercarlos a una mayoría legislativa. Consideran viable esa opción, pero reconocen que, hoy, es un escenario lejano.
LA MEJOR DEFENSA ES EL ATAQUE
En el PAN analizan que la mejor forma de enfrentar a MORENA es empezar a señalar sus errores. Es, reconocen, una posición incómoda, porque el bono democrático del partido y de AMLO es gigantesco. Pero se debe tomar una posición firme; no quedar sujetos a la agenda de AMLO.
La otra pata de esta estrategia es reforzar la gestión de Gobierno en Quintana Roo. “Que nos dejen defenderlo”, dicen en el blanquiazul. Flota allí la idea de que algún cambio hay que hacer para refrescar la imagen de la administración.
El gobernador no parece muy dispuesto a ello. Esta semana dijo ante los medios de comunicación que no existió un voto castigo el 1 de julio. Dijo, incluso, que el Frente sacó más votos que en 2016. Se refirió específicamente a Solidaridad. Pero dejó entrever que no piensa en cambios de fondo.
En la reunión con el PRD, Carlos Joaquín defendió la gestión, incluso en el tema más espinoso: la seguridad. Reconoció el aumento del número de homicidios, pero dijo que la inmensa mayoría tiene que ver con ajustes de cuentas de bandas del narcotráfico.
Y aseguró que todos los demás índices han mejorado. “Hay que hacer que esa sensación llegue a la gente”, dijeron, entonces, alrededor del mandatario. La sensación de inseguridad crece y desgasta al Gobierno, creen los aliados.
Otra estrategia ya en marcha es buscar algún tipo de acercamiento al PRI, para comenzar a pensar en alianzas. Guste o no, ahora todos tienen un enemigo común.
El propio gobernador abrió esta semana, con una declaración, la posibilidad de dialogar con el tricolor. En el Congreso alientan la idea de algún tipo de acuerdo parlamentario, para demostrar un bloque contra el avance de MORENA.
Todos los caminos llevan al mismo lugar: MORENA va a poner en práctica, en Quintana Roo, la vocación hegemónica de su líder. Esa amenaza los está uniendo a todos.
Se trata de aliados que se miran con recelo, de reojo, pero que también miran con temor a un monstruo llamado MORENA, que quiere arrasar con todo.
Jorge Luis Borges escribió un poema a Buenos Aires que tiene la frase justa para este matrimonio de conveniencia entre partidos.“No nos une el amor sino el espanto; será por eso que la quiero tanto”. Escribió Borges. Podría ser el nuevo lema de la alianza oficialista.