Opinión | Marcelo Salinas
SIPSE
En mayo los hoteleros divulgaron que el sargazo sería un dolor de cabeza. Vislumbraron entonces dos problemas: la inseguridad y el recale masivo de alga marina. Por esas fechas se aprontaban a recibir el verano, no obstante sacaban cuentas alegres en ocupación promedio, al situarla en torno al 85%.
Los directivos del Consejo Coordinador Empresarial del Caribe y de la Asociación de Hoteles de Cancún y Puerto Morelos revelaban ya lo que hoy es noticia: la NASA identificaba su avance desmesurado proveniente de Sudamérica hacia el Caribe, con Quintana Roo como un punto destino.
Además anunciaban la solicitud de la partida inicial de los 62 millones de pesos a la Federación, que ahora, se sabe, no alcanzaron. También advertían la implementación de un complicado plan piloto para recolectarla y disponerla. De igual manera, adelantaban el establecimiento de barreras lineales para la contención mar adentro.
Era plena temporada electoral, por lo cual se especula las autoridades atendían otras prioridades, y los empresarios, ensimismados en lo propio, no habrían actuado a tiempo, aun cuando el turismo es el verdadero motor de desarrollo regional. La inquietud se agrava pues vendría lo peor. ¿Culpa compartida? ¿Justificada?
Las cifras más recientes no son alentadoras y sospechan que se deba a lo mismo, aunque principalmente a la advertencia del año pasado: en el primer semestre el crecimiento en la llegada de turistas ha sido de 4.6% frente a la tasa de más de 12% en el mismo lapso del año pasado.
Lo anterior obligó a la Secretaría Federal de Turismo y al Consejo de Promoción Turística de México a diseñar una estrategia integral, con Talleres de Gestión de Manejo de Crisis como eje en Mazatlán, Puerto Vallarta, Nayarit, Acapulco, Guadalajara, Ciudad de México y Quintana Roo, relacionados con desastres naturales, inseguridad y alertas de viaje.
En el ámbito estatal, el Consejo de Promoción Turística de Quintana Roo prepara una serie de promociones para los siguientes tres meses en busca de garantizar la próxima temporada invernal. Se invertirán 271.5 millones de pesos este año en la promoción de los 11 destinos del Caribe Mexicano, la cual abarcará 22 de los mercados emisores de visitantes más importantes a nivel mundial.
Suena bien y es una reacción natural, evidentemente necesaria. La pregunta es: ¿será suficiente para mitigar los estragos y superar la coyuntura adversa? Si a los esfuerzos de gobiernos, empresarios y voluntarios se suman otros, se avanzará. En todo caso, debe ser considerada una misión de todos.