Opinión

La obsesión de Miguel Ramón

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Anwar Moguel
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Atrabancado, maquiavélico y experto en las artes del golpeteo y las negociaciones bajo la mesa, el candidato a la diputación federal del Frente oficialista por el Distrito 01, Miguel Ramón Martín Azueta, arrancó campaña este fin de semana al más puro estilo de su formación priista con la mira puesta no en el 1º de julio, sino en el lejano 2022, en el que sueña competir por la gubernatura.

Miguel es un político sui géneris, con un alto grado de astucia que en su momento, años atrás, lo llevó a ser precandidato a la gubernatura. Pero su misma impulsividad le jugó en contra, al tirarle la chamba de la presidencia de la Comisión para la Juventud y el Deporte al ex gobernador Joaquín Hendricks Díaz, pues la consideraba un “puesto de tercer nivel” no acorde a sus expectativas de grandeza, aunque el motivo real de su ira fue que el mandatario no lo tomó en cuenta para la presidencia del PRI estatal, lugar que ocupó Félix González Canto con el desenlace que todos conocemos: Félix fue gobernador y Miguel Ramón se quedó con las ganas.

Desde entonces el playense cayó en una debacle política y empresarial con descalabro tras descalabro, hasta que fue rescatado por Carlos Joaquín González, quien le dio la que puede ser su última oportunidad de reconstruirse y renacer en la política del patio.

La malicia de Miguel Ramón le abrió un espacio en la campaña y después en el gabinete de Carlos Joaquín, pero pudiendo ser el hombre fuerte del gobernador optó por aprovechar su influencia para abrir fuego contra todo el que pudiera hacerle sombra a sus planes futuros, sin importar los medios.

La campaña y elección del 1º de julio las ve como mero trámite –aunque haría mal en confiarse– para lograr su objetivo de estar vigente para la anticipadísima sucesión, olvidando que primero hay que picar piedra, antes de construir.

Porque ahora, con la inseguridad desatada y la percepción social hacia los políticos derrumbándose, son tiempos de cerrar filas en torno a Carlos Joaquín, no son tiempos para egoísmos, ni futurismos vanos.  

Si acaso quiere tener posibilidades, deberá dejar de lado su obsesión con el poder y jugar en equipo, cosa que no se le da muy bien.

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