Tiro Libre
Anwar Moguel
Novedades Chetumal
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Liberando kilotones de energía grillera, la ruptura atómica de los eternos aliados PRI y Verde (PVEM) en Quintana Roo por decisión cupular del Partido del Tucán ha puesto en vilo las posibilidades de triunfo de ambos partidos que mantenían una relación simbiótica, sobre todo después de que el Tricolor perdiera la gubernatura el año pasado.
No siempre fue así. El Verde vivió y creció como parásito por mucho tiempo, alimentándose de las migajas que caían de la mesa priista en sus tiempos de máximo esplendor.
Y mientras adquirían puestos y posiciones cobijados por su aliado indivisible, el Verde puso en marcha una estrategia para posicionarse en Cancún, municipio que actualmente controlan con el alcalde Remberto Estrada Barba.
El parásito creció tanto, que en las pasadas elecciones locales se quedaron con los mejores platillos de la mesa (Cancún, Puerto Morelos), dejando piltrafa para el PRI que, ya sin un gobernador emanado de sus filas, perdió mucho de su fortaleza económica.
La ecuación para el 2018 era muy simple: el PRI pondría a favor del Verde su poderosa pero adormitada estructura, mientras que el Verde pondría el dinero para la operación.
Sin embargo, el PVEM, tal vez cegado de soberbia, anunció que en Quintana Roo, Aguascalientes y Jalisco competirían en solitario.
El anuncio caló profundo en el priismo local que aún no digiere del todo la noticia, e incluso especulan que las relaciones se mantienen y la ruptura de la alianza no es definitiva.
Pero parece que la fisión del compacto núcleo rojiverde en el estado es un hecho, provocando una reacción en cadena que dañará a los dos partidos, aunque es posible que sea el propio PVEM el que resulte más afectado.
Porque si bien actualmente controlan dos poderoso Ayuntamientos turísticos que representan más del 50 por ciento del padrón electoral, la fortaleza mostrada por el PVEM en 2016 es engañosa, y competir contra sus hermanos mayores del PRI no hará sino restarle votos a ambos.
Pongamos sobre la mesa de la especulación tan solo el escenario de Cancún, donde Remberto Estrada podría intentar reelegirse compitiendo contra la priista Leslie Hendricks Rubio, quien gracias al rompimiento parece tener el camino llano hacia la candidatura. Ambos tienen el mismo “target” electoral, por lo que los votos recibidos por la alianza PRI-PVEM-Panal el año pasado se fracturarían, dando ventaja a los rivales que lance Morena y el Frente Amplio PAN-PRD-MC.
Y ni hablar de las senadurías o las diputaciones federales. Sin el PRI de su lado, está en mandarín que el Verde pueda triunfar en las urnas en esa durísima contienda por venir.
Su mejor posibilidad radica en mantener una alianza, así sea de facto, para tratar de asegurar al menos mantener lo que tienen en su poder, cosa que es muy posible debido a la cercana relación de los liderazgos de estos partidos en Quintana Roo, a menos que el nefasto “Niño Verde” ordene lo contrario.
Un “operador” priista sin Tino
El ex presidente del PRI en el municipio capitalino, Florentino Ruiz Estrada, quien cumpliera el papel de vil porro del ex gobernador Roberto Borge Angulo durante las campañas del año pasado para tirarle lodo al entonces candidato del PAN-PRD, Carlos Joaquín González, presume ahora una nueva “cercanía” con el mandatario con algunos líderes de estructuras del Tricolor en la zona rural, esto, después de publicar en sus redes una foto con el gobernador, a quien antes atacó.
Y es que las lealtades si tienen fecha de caducidad –Borge decía que no, pero comprobó que sí–, y para tratar de conseguir un nuevo hueso “Tino” Ruiz está operando a favor del aspirante a alcalde capitalino Luis García Silva, hijo de la titular del SQCS Martha Silva.
Lo reprobable es que sin ningún tino, el tramposo “Tino” intenta convencer a los incautos de que se sumen a su proyecto asegurando que el propio Carlos Joaquín lo ungió para esa misión, cuando lo cierto –y de esto pueden dar fe todos los aspirantes– el gobernador se ha mantenido en extremo respetuoso de los procesos internos de los partidos, al menos hasta el momento.
¡Vaya desatinos de este aprendiz de político!