Opinión

El turno de Cora

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Tiro Libre

Anwar Moguel
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Sin muestras de fatiga por su larga jornada en la política local, la priista chetumaleña Cora Amalia Castilla Madrid destapó en días pasados sus intenciones de buscar, por segunda vez consecutiva, la candidatura a la diputación federal, de la que fue relegada hace tres años de manera humillante e indigna.

En el 2015, Cora Amalia compitió por esa candidatura contra la joven y menos experimentada Arlet Mólgora Glover. En una situación inédita, el PRI optó en esa ocasión por someter a los aspirantes una especie de examen de oposición, y los que obtuvieran mejores calificaciones serían ungidos como candidatos.

Por supuesto, al estilo Tricolor, el examen no tuvo nada de transparente, sino que fue una estrategia burda del partido para validar a los candidatos ya palomeados por los gobernadores y dirigentes estatales y federales.

Lo cierto es que en 2015 Cora Amalia nunca tuvo oportunidad, y no por falta de popularidad o de tablas políticas, más bien porque fue una de las políticas “malqueridas” por el ex gobernador Roberto Borge Angulo, quien nunca disimuló su desprecio y cada vez que pudo humilló a su correligionaria.

En ese no tan lejano 2015, a Cora Amalia la hicieron a un lado con el argumento de que reprobó el examen, mientras que la “brillante” Arlet Mólgora obtuvo una elevada calificación. Después, para sorpresa de muchos, se sometió a la tabla de la disciplina priista y aceptó su derrota en una rueda de prensa organizada por Raymundo King de la Rosa, que desde entonces estaba al mando de la dirigencia del PRI estatal.

Pero ahora, las condiciones son muy diferentes.

Paradójicamente, el trago amargo por ese episodio vergonzoso y la nula simpatía que le tenía el ex gobernador Roberto Borge, la colocan en la actualidad como una de las candidatas naturales del PRI para el proceso electoral en ciernes, ya que el Tricolor necesita sacudirse la mala imagen que les heredó el ex gobernador si quiere tener posibilidades de competir.

En una columna anterior, señalé que si el PRI pretende recuperar algo de lo perdido, tendrá que elegir a cuadros que no son identificados como gente de Borge, ya que el lastre del ex gobernador preso en Panamá continúa tan vigente en el estado.

Y uno de esos cuadros es Cora Amalia, quien logró salir con las plumas limpias tras atravesar el pantanal justamente porque nunca fue parte del grupo borgista, por el contrario, como muchos opositores, sufrió los cruentos ataques de la maquinaria de difamación del ex gobernador.

Todo ello aunado a su amplia trayectoria e institucionalidad –es de las pocas que no abandonó el partido aún gozando de buen capital político y de estructura–, la convierten en la opción lógica para contender por la diputación federal, en una batalla que será de pronóstico reservado por el nuevo equilibrio de fuerzas políticas en la entidad.

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